Ángel Peña SAN MARTÍN DE PORRES MÉDICO DE DIOS

Sus carismas eran la admiración de cuantos lo conocían. Tenía el don de sutileza, pasando a través de las paredes y puertas cerradas; el don de bilocación para estar, a la vez, en lugares lejanos; el don de la agilidad para trasladarse en un instante a sitios distantes; el don de luces y resplandores sobrenaturales; el del perfume sobrenatural, discernimiento de espíritus, conocimiento de cosas ocultas y, muy en especial, el don curación.

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