A pie o a mula, hizo grandes esfuerzos y se expuso a muchos peligros para encontrar a los indígenas. Tan pronto estaba junto al mar en la costa peruana como estaba subiendo a 3.000 metros de altura en la Sierra. Dormía sobre un jergón de paja en cualquier bohío de paredes de adobe. Muchas jornadas las pasaba sin comer, porque no había. Se expuso a las inclemencias del tiempo con lluvias, tempestades, fríos y calores, hasta sufrir agotamiento en algunas oportunidades o caerse en aquellas agrestes quebradas, pero nada lo arredraba con tal de salvar las almas de sus fieles.
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