CORAZÓN GONZÁLEZ RAFAEL Kant y la ilustración

Conocer las raíces culturales de la Europa actual, con sus luces y sus sombras, puede ayudar a despertar inquietudes para corregir los errores sin renunciar a las muchas cosas buenas que Occidente ha aportado al mundo. Pero la tarea crítica, de la que Kant ha sido el abanderado, precisa que nos proveamos de un criterio objetivo, real, absoluto. Cuando la subjetividad se erige en la última norma y medida de la verdad, el bien y la belleza, la realidad queda arrinconada, se vive de espal­das a ella, y las tinieblas sustituyen a las luces.
Una Ilustración que margine el ser, que no haga jus­ticia a la realidad, es, como advirtiera Platón en el mito de la caverna, un conocimiento sofístico que enseña slo­gans, frases hechas, tópicos, pero que no libera.
Sin pretender agotar el tema, el autor se dirige a un público amplio, con cierto nivel cultural, que se pre­gunta por las causas del malestar que flota en el am­biente. Trata de llamar la atención sobre la debilidad del fundamento en que se asientan muchas ideas valiosas que compartimos en Occidente.