NUBIOLA JAIME El taller de la filosofía

La permanente insatisfacción del artista ante su obra, su constante empeño por aprender más y por mejorar sus técnicas, o incluso la dificultad que suele encontrar en su comunicación con los demás, tienen su réplica en la vida del filósofo. La imagen del taller destaca el carácter gremial propio de los saberes artesanales que ambas profesiones comparten. Tanto el término “taller” empleado en el título como la reproducción en la portada del fresco de Vasari y Stradano de Penélope con sus tejedoras, quieren resaltar además la dimensión manual que el trabajo intelectual tiene y que a menudo es pasada por alto. No sólo hay que aprender a teclear sobre el ordenador, sino que es necesario aprender a ordenar los materiales, a pasar las hojas de los libros que leemos, e incluso a dar la mano o a gesticular al hablar.