GREGORIO MAGNO SAN La parábolas del Evangelio

 El Hijo del Hombre, en su delicada condescendencia divina, se acomoda a la capacidad de las inteligencias de sus oyentes y, con el cebo de sus parábolas, les hace tragar el anzuelo de la doctrina: ¡Cuántas cosas les ha contado del reino de los cielos! Sus más fieles discípulos las conservarán entrañablemente grabadas en su memoria y en su corazón, hasta el final de sus vidas. Con el tiempo, algunos de ellos, movidos especialmente por el Espíritu Santo, escribirán muchas de las gestas y dichos del Maestro, que los apóstoles —y singularmente Pedro— venían repitiendo oralmente en su catequesis. Y los discípulos de los discípulos, de generación en generación, nos transmitirán el palpitar del corazón del Dios-Hombre, en las páginas siempre vivas del Evangelio.