MUÑIZ ENRIQUE Los primeros supernumerarios del Opus Dei

«Y lo mío, ¿cuándo?», preguntaba Tomás Alvira con insistencia entre 1939 y 19477. Para entonces, el Opus Dei había superado su primer decenio de historia, pero todavía no contaba con miembros casados. “Lo suyo”, en efecto, se hizo esperar. Sin embargo, a lo largo de aquellos años el joven profesor no defraudó la confianza que en él se había puesto: la certeza de que un día habría un sitio en aquella nueva institución de la Iglesia para quienes, como él, estaban llamados a santificarse en el matrimonio nunca le abandonó.