No son, ciertamente, raros los que, cansados del lenguaje excesivamente difuso de los libros, desean encontrar dentro de un estilo conciso de pocas palabras el pan de vida y entendimiento.
Vayan al Doctor Angélico, que les dará no solamente amplia materia para meditar, sino también la más apta para reformar las costumbres, y también para nutrir y acrecentar el amor a nuestro Salvador.