GILSON ETIENNE De Aristóteles a Darwin

 Las disciplinas más representativas del saber científico aparecen en la segunda mitad del siglo pasado constituidas sobre grandes imágenes totalizadoras. Así, la vieja convicción de que la Geometría tiene por objeto el espacio, comportaba, además, hace cien años, el reconocimiento solemne de la primacía, de la realidad del espacio euclídeo. Es exigible en todo caso —se pensaba— que las deducciones geométricas desemboquen en conclusiones, en teoremas que resulten representables en este espacio, puesto que, en el fondo, el saber geométrico no es otra cosa que una ciencia de las propiedades del espacio que vemos, del espacio verdadero, del espacio real. Es más: los enunciados geométricos por lo general habían sido, primeramente «vistos en el espacio» y sólo posteriormente pensados, convalidados por una deducción razonada. El grueso de las investigaciones geométricas que condujeron a desbordar el horizonte de la supremacía euclídea, iban en realidad destinadas a consolidar la idea de que la ciencia geométrica erá el estudio de las propiedades intuitivas, visibles  del espacio.