DE AQUINO STO. TOMÁS Comentario a las sentencias de Pedro Lombardo II

En el inicio de su exposición, Pedro Lombardo establece una cuestión que, a simple vista, puede parecer secundaria. Porque no intenta, por ejem¬plo, definir pausadamente el método objetivo de su doctrina –como habría de esperarse en un exposición académica–, sino el método subjetivo, la dis¬posición interior que en el ánimo de maestro y discípulo debe prevalecer cuando ambos se acercan al misterio de Dios. Y esta disposición no es otra que la del amor y el consiguiente gozo (fruitio). De ahí que la mayor perver¬sión, según había dicho San Agustín, consistiría en querer gozar de lo usable y en querer usar de lo gozable: fruendis uti velle atque utendis frui[1]. Lom-bardo intenta incluso extraer de esta actitud la articulación sistemática de su obra. No consideraba oportuno aproximarse al hondón de la divinidad lle¬vado inicialmente por un mero espíritu de abstracción, cuya escuálida ga-nancia de conceptos apenas justificaría las muchas horas, e incluso los años, que se precisan para poder adentrarse en el misterio.