El autor se arriesga a desvincularse de los esquemas creados durante la época moderna. El esquema dominante se suele ceñir a un campo rigurosamente aislado, a un argumento bien perfilado, a un método definido previamente. Sobre todo, era obligado dejar al margen los propios sentimientos y cualquier alusión a la propia experiencia. Pero esos siglos se acabaron. Estamos cruzando el umbral de una época que se inspira de un modo más orgánico. Todo tiende a una visión más libre, que respira y hace respirar. Como dice Soloviev, hemos conseguido llevar los resultados científicos al máximo grado de desarrollo, porque hemos sido capaces de aislarlos, pero no hemos permitido aún que, en estas formas culturales tan especializadas, entre el soplo del Espíritu, de modo que instaure como meta una vida personal, de comunión, que incluya al otro.