HAHN SCOTT La cuarta copa

Jesús de Nazaret fue un hombre de muchos misterios. Habló en parábolas desconcertantes,  realizó signos y milagros extraños, y planteó un enigma tras otro. Y a sus discípulos judíos y  a las muchedumbres judías que recibían sus enseñanzas eso les gustaba, aunque muchas  veces los dejara sin palabras.  Pero los misterios de Jesús no acabaron con su ministerio público. Según los evangelios,  siguió haciendo y diciendo cosas desconcertantes hasta el momento de su muerte. Entre los  grandes enigmas de la Pasión de Jesús se incluye la misteriosa promesa que realizó durante  la Última Cena. La noche en que iba a ser traicionado, cuando la cena se acercaba a su fin,  Jesús anunció solemnemente que no volvería a beber «del fruto de la vid» hasta la venida del  «reino de Dios» (Lc 22, 18; cf. Mt 26, 29 y Mc 14, 25).