BRANSFIELD J. BRIAN La fuente de toda santidad

 Ciertamente creer y dejar volar la fantasía son cosas muy diversas. La fantasía pretende que lo real sea algo que no es. Así hacen los niños cuando se sirven de la imaginación en sus juegos. El niño no ha de esforzarse mucho para que un palo en forma de L se convierta en una pistola, o él mismo en un gángster de los de antes. Un grupo de niños jugando en la piscina de la urbanización una tarde de verano, fácilmente se imagina que su balsa inflable es un deslumbrante barco pirata a toda vela. La imaginación es la magia de la niñez, que puede convertir el patio trasero de la casa en uno de los más famosos campos de batalla de la historia, o una muñeca en un bebé cada vez que una niña juega a ser ama de casa.