Esta palabra, una de las más solemnes del Evangelio, se ha transcrito como epígrafe de la obra; ella expresa en verdad todo nuestro destino. Conocer a Cristo Nuestro Señor, comprenderle en la medida que nos lo concediese la gracia del Espíritu Santo, ése era todo nuestro esfuerzo y ésa es también toda la ambición de este libro.