Ese camino es un camino de libertad: lo recorrerás si quieres. Recordaba San Pablo que estamos llamados a la libertad. Dios no te consulta, no te pide tu opinión; te dice: «Yo te he redimido, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío». Eres suyo. ¿Te das cuenta? ¡Eres suyo! Todo de Dios. Pero su designio sobre ti -un designio de amor, la historia personal que Él quiere que vivas- sólo se hará realidad, como al principio de la historia del hombre, si tú quieres.