VON BALTHASAR HANS URS Meditaciones sobre el credo apostólico


 Después de haber indagado incansablemente los caminos y vestigios, tan intrincados, que deja en nuestro mundo el Amor de Dios —ese Amor que se hizo carne-, vuelve ahora el autor, al final de sus días, al centro de nuestra realidad, ese centro del que todo mana: el misterio del Dios Trino y Uno. Hasta el fin, el autor estuvo mirando y contemplando con asombro y gratitud ese misterio. Y, al adorarlo, sentía él la vocación de pensar e investigar teológicamente. Jamás dio él por terminado el tema de su teología. Jamás cerró la carpeta de un sistema teológico que él considerara acabado y perfecto. Nunca se convirtió la «contemplación» en un saber sereno y satisfecho que cree dominarlo todo. Precisamente con su gozo im perturbado, casi infantil, por la riqueza y hermosura del
misterio que atrae incesantemente de nuevo nuestra fe, y la seduce, se entrega él a la exposición del «credo».