LAMBIASI FRANCESCO Breve introducción a la Sagrada Escritura


 Nuestra vía de acceso a la Biblia parece bloquea¬da desde el comienzo por una cuestión de principio: ¿No es tal vez temerario servirse de la palabra hu¬mana para introducir y explicar la palabra de Dios? ¿No adolece la palabra humana de una impotencia congénita cuando se enfrenta a la tarea sobrehuma¬na de traducir y vehicular la palabra de Dios? Al parecer, la única actitud coherente por parte del hombre frente al Dios que habla debería ser la del silencio asustado y confuso: «¡Ay de mí! ¡Estoy per¬dido, pues soy hombre de labios impuros!», como confesaba Isaías al contemplar la gloria deslum¬brante del Dios de Israel (Is 6,5).
Semejante concepción supone una impostación alternativa de la relación existente entre la palabra de Dios y la palabra del hombre.