Según vamos entrando en familiaridad con la oración litúrgica, vamos viendo cómo la Iglesia invoca siempre a la Santísima Trinidad al formular sus súplicas, y aún cada fiel, conservando a lo menos la actitud y las palabras, suele empezar sus obras piadosas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La vida espiritual, pues, es producida y renovada en nosotros por la Santísima Trinidad: a las tres divinas Personas rogamos su conservación y su aumento, y la Iglesia nos ha habituado y desea que recordemos con frecuencia este influjo vivificador, sin el cual nada seríamos.
La vida espiritual, pues, es producida y renovada en nosotros por la Santísima Trinidad: a las tres divinas Personas rogamos su conservación y su aumento, y la Iglesia nos ha habituado y desea que recordemos con frecuencia este influjo vivificador, sin el cual nada seríamos.