PEÑA ÁNGEL, Santa Gema

Ella, como todos los santos, no nació santa; pero, en su corta vida de 25 años, fue ascendiendo paso a paso hasta las más altas cumbres de la mística, con éxtasis continuos, visiones de Jesús y de María, de san Gabriel de la Dolorosa y, especialmente, de su ángel custodio. Su ángel era para ella el amigo que siempre la acompañaba, ayudándole en todo.

Leer su vida es respirar aire puro de las alturas de la divinidad. Ella nos enseña con su vida que el dolor no es absurdo, sino que es el camino más corto hacia la santidad, cuando se sabe aceptar con amor.