La presente monografía quiere ser una modesta contribución a la comprensión del evento, que marcó decididamente la vida y obra del más grande misionero y testimonio de santidad cristiana de la Iglesia primitiva: Pablo. Su conversión a Cristo, consecuentemente vivida, debe ser un estímulo para el autor de estas páginas y para cuantos, desde el bautismo, han iniciado un camino de conversión cristiana. ¿No nos invita el mismo Apóstol a seguir sus huellas?: «¡Sed imitadores míos ... !» (Flp 3.17). Estos análisis pretenden ser, al mismo tiempo, una pequeña aportación al desarrollo de las relaciones entre el cristianismo y el judaísmo, impulsadas por el concilio Vaticano II (Nostra Aetate).