Ser recibido en el seno de la Iglesia Católica cuando se ha andado mucho camino en la vida es considerado como una conversión, y los centenares de cartas, la mayor parte de ellas llenas de cariño y deseos de felicidad, que recibimos mi esposa Kitty y yo de personas de todas clases y condición así lo entendieron. Lo mismo había sucedido —aunque las cartas no fueron tantas— cuando me di a conocercomo un aspirante a creyente cristiano sin ninguna otra denominación concreta.