Este libro presenta el contexto fundamental de los demás escritos de
san Luis María: la relación de Dios con la humanidad, poniendo de manifiesto,
en primer lugar, el amor de Dios y su designio de salvarlo de
las consecuencias del pecado. Con la ayuda de numerosos textos de los libros
sapienciales del Antiguo Testamento, el santo medita en el deseo extraordinario
de Dios de amar a la humanidad y de ser amado por ella. Con san Pablo y san
Juan, considera al Salvador, Jesucristo, como la encarnación de la Sabiduría
divina y aplica a Jesucristo el título de “Sabiduría eterna y encarnada”. La
“Sabiduría eterna” mencionada en el título de este libro designa, pues, a
Jesucristo. En su consideración del amor de Dios por la humanidad, san Luis
María hace resaltar que la muerte de Cristo en la Cruz es la manifestación más grande de este amor. Llega
incluso a decir: “La Sabiduría es la
Cruz y la Cruz es la Sabiduría”.