PEÑA ÁNGEL, Santa Magdalena de Nagasaki

En el Japón a los pocos años de la evangelización eran ya 500.000 católicos en una población de 20 millones de habitantes. Pero la persecución fue tan inexorable que quedaron sin sacerdotes por más de 200 años y los cristianos fueron perseguidos sin piedad durante cuatro siglos. La hermosa cristiandad del siglo XVI y principios del XVII quedó reducida a unos 20.000, que aparecieron en 1865 y que habían vivido en la clandestinidad transmitiéndose la fe de padres a hijos. Realmente, un verdadero milagro de Dios.
En el siglo III Tertuliano decía en su “Apologeticum”: Llegamos a ser más numerosos cuando somos segados, pues la sangre de los mártires es una verdadera semilla  . San Agustín también insiste en la misma idea: En la medida que mueren los mártires, se ha multiplicado más y más la Iglesia entre todos los gentiles.

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