La figura de Claudio La Colombiére destaca discretamente, pero con extraordinaria eficacia, en los comienzos de la época moderna del culto al misterio del Corazón de Cristo. Cumplió con admirable discreción y humildad su misión de Apóstol del Corazón de Jesús, para la que el Señor le había elegido y preparado. Persuadido de que el Amor de Jesucristo se insinúa por el camino de la dulzura y de la fidelidad personal, es modelo de estos caminos del Espíritu. Nos ha parecido que merece la pena presentar de nuevo su personalidad impresionante a tantos como hoy buscan esos caminos de establecimiento en el mundo de la Civilización del Amor.
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