PEÑA ÁNGEL, San Jose de Cupertino

Su devoción a María era tan grande que, al sólo escuchar su nombre, se quedaba extático. Su amor al Santísimo Sacramento era igualmente grande y se pasaba muchas horas en oración delante del sagrario. Casi todos los días, al celebrar la misa, tenía momentos de éxtasis y, a veces, se elevaba del suelo.

Sin embargo, no todo fue maravilloso en su vida. Tuvo mucho que sufrir de algunos, incluso eclesiásticos, que consideraban que todo era apariencia y falsedad. Lo denunciaron a la Inquisición y le hicieron un juicio del que salió liberado. No obstante, para evitar algunos excesos de la gente, que buscaba reliquias a toda costa y lo visitaba constantemente, trataron de ocultarlo en el convento de Pietrarubbia, después en Frossombrone y, por fin, en Ósimo donde murió. Algunos lo consideran como patrón de los estudiantes.

LEER LIBRO