HAMMAN ADALBERT, La gesta de la sangre

Para encontrar la fuente de esta vida cotidiana, nos es necesario releer los monumentos de la historia pasada, interrogar a las ruinas, exhumadas piadosamente, que relatan con precisión y complacencia las vidas y los logros humanos; pero también contemplar el cielo, las montañas, el mar, los paisajes, que son los mismos que, vio Agustín: ellos se reflejan en sus escritos, estimularon su sensibilidad y formaron su alma.

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