Antonio Bello MARÍA, SEÑORA DE NUESTROS DÍAS

De María numquam satis (De María nunca es bastante), repite desde hace siglos una piadosa antífona. ¡Cuánto se ha escrito, versificado, narrado y cantado sobre la madre de Jesús! De Jacopone a Péguy, a Claudel y a Eliot; de Dante a Lope de Vega, a Bernanos y a Hopkins; de Petrarca a Turoldo. Nada digamos de los santos (Buenaventura, Bernardo, Bemardino), de los desconocidos y anónimos que con ingenuidad, tosquedad o retórica han colmado de alabanzas a la «Reina del cielo». Pero no es suficiente (numquam satis), ni lo será nunca. Es lo que, sin poder remediarlo, le ha sucedido a Tonino Bello, que nos ofrece en estos treinta y un capitulitos —María, Señora de nuestros días—, a quien damos la bienvenida a nuestros corazones marianos.