Rodolfo Valdés PARA MÍ, VIVIR ES CRISTO

La vida en Cristo nos lleva a superar los límites de una existencia encerrada en uno mismo. Nos abre al horizonte de la comunión con Dios y con la gente que nos rodea, dejando atrás la insatisfacción que traen los afanes exclusivamente mundanos. Nos otorga una nueva esperanza, que actúa en nuestra vida diaria y, al mismo tiempo, se proyecta más allá de la muerte: «Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor» (Rm 14,7-8). La vida en Cristo es un don que recibimos de modo particular al participar de los sacramentos, y que se traduce en una existencia guiada por el Espíritu Santo, marcada por el Amor (cfr. Rm 8).