Sabe, como los monjes, que la monotonía y la repetición de los días que pasan es también el resorte oculto del auténtico encuentro con Dios. ¡Cuántas veces le ha demostrado el curso de su vida que Dios le esperaba siempre un poco más allá!
Robert Sarah ha alcanzado, desde una religión primitiva, las cumbres del cristianismo.
Hoy sigue siendo exactamente el mismo: humilde, despierto y decidido. Juan Pablo II decía que en este mundo no hay que escatimar fuerzas, porque tendremos toda la eternidad para descansar. También Robert Sarah piensa que su trabajo solo se acabará en el instante de su muerte. Está aquí para servir a Dios y ayudar a los hombres.
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