Sta. Rafaela María PALABRAS A DIOS Y A LOS HOMBRES

Con demasiada frecuencia en la historia de  personajes, fundadores o fundadoras de congregaciones, biografías de santos, un afán ingenuamente edificante ha empujado a camuflar, disimular, endulzar aquellas zonas que, en una primera impresión, parecían oscuras o menos ejemplares. ¿Cómo vamos a probar que tales o cuales personajes, todos ellos santísimos, no se entendieron entre sí? ¿Cómo mostrar esos textos espontáneos en los que la sangre está aún saliendo por la herida? La cobardía y una supuesta buena voluntad ha llevado con frecuencia a recortar las esquinas de los santos, con lo que se lograba desrealizarles, convertirles en muñecos piadosos, robarles tal vez lo que tienen de más ejemplar para el común de los mortales: que su santidad se afiló en la lucha; que la consiguieron no con el biberón que mamaron, sino con el doloroso ascenso por las cortantes laderas del monte Calvario; que tuvieron avances y retrocesos y que sólo a fuerza de entrega y de Gracia vencieron sus propias y espontáneas naturalezas.